
Articulo publicado en el Diario Información
Hace unas semanas leía la noticia de la retirada, por parte de la administración estadounidense, de 550 millones de dólares destinados al desarrollo de vacunas.
Una noticia más de la “guerra a la ciencia” y del desmantelamiento de los departamentos de salud pública estatales y locales, a los que se están retirando fondos.
Por otro lado conocemos que las coberturas de la vacuna contra sarampión, rubeola y paperas (la denominada triple vírica en España) han disminuido en mas de 30 estados en el último año.
La consecuencia ya la estamos viendo: el último registro de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EEUU (CDC) del mes de agosto contabilizaba un total de 1.356 casos confirmados de sarampión y 3 muertes. Hemos de saber que el sarampión se declaró oficialmente erradicado en Estados Unidos en el año 2.000 gracias a la vacunación generalizada y a la rápida respuesta ante los brotes. Pues sí, 25 años después hemos retrocedido décadas.
Lo mismo está ocurriendo con las vacunas frente a la difteria, tétanos, tosferina, polio y varicela. Las noticias en la misma línea se suceden. Este mismo mes el estado de Florida anunciaba que quería convertirse en el primer estado en eliminar la obligatoriedad de la vacunación. Actualmente todos los estados tienen algún tipo de requisito de vacunación para la escolarización. Con estas medidas las coberturas aún bajarán más, dado que al no ser “obligatorias” dejarían de ser gratuitas.
Seguiremos retrocediendo a la vista de otras medidas. Por ejemplo, los CDC que, hasta ahora, son líderes mundiales en el control de enfermedades, una fuente de información fiable, un faro para los profesionales sanitarios de todo el mundo, también está sufriendo recortes presupuestarios y despidos. Se ha despedido a los 17 miembros del comité asesor de vacunas. Los nuevos miembros del Comité, “conocidos escépticos de las vacunas” según la prensa, han anunciado que revaluarán el calendario de vacunación infantil.
Con este panorama, el pasado mes de julio el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CVA-AEP) alertaba a la comunidad profesional y a la sociedad sobre el preocupante resurgimiento de casos de sarampión a nivel mundial.
El CAV-AEP hace referencia a un reciente informe, elaborado por el Foro Económico Mundial, que “se centra en el incremento alarmante en la incidenciadel sarampión a nivel global creando una realidad que no solo pone en riesgo a los más vulnerables, sino que también amenaza con revertir décadas de progreso en la erradicación de esta enfermedad.”
Esta situación es un claro recordatorio de que el sarampión no es una enfermedad del pasado, y su erradicación requiere una vigilancia constante y una alta cobertura vacunal.
El Foro Económico Mundial hace una llamada a la acción, a la que se suma el CAV-AEP, con las siguientes recomendaciones que transcribo textualmente:
- Recuperar y aumentar las coberturas de vacunación: es necesario la revisión activa de los calendarios vacunales de niños, niñas y adolescentes.
- Identificar aquellos que no están correctamente vacunados de triple vírica y hacer una recomendación clara y proactiva de la vacunación.
- Combatir la desinformación con hechos: Comprometernos en la difusión de información veraz y basada en la evidencia científica sobre la seguridad y eficacia de las vacunas. Los profesionales sanitarios hemos de estar disponibles a un diálogo abierto, a una escucha activa, a resolver las dudas y disipar los miedos que padres y tutores nos planteen.
- Fortalecer los sistemas de salud: es crucial invertir en recursos e infraestructuras de salud que garanticen un acceso equitativo a los servicios de vacunación e inmunización.
- Vigilancia epidemiológica constante y respuesta rápida: es fundamental el mantenimiento de los sistemas de vigilancia epidemiológica para detectar rápidamente los brotes de sarampión. Una identificación temprana y una respuesta coordinada, que implica el rápido aislamiento de los casos y la vacunación en anillo, son clave para contener la circulación y propagación del virus.
- Colaboración internacional: la naturaleza global del sarampión exige una coordinación y cooperación transfronteriza puesto que se trata de un problema de salud pública mundial. Trabajar junto a organizaciones como la OMS, UNICEF y Gavi, la Alianza para las Vacunas, es vital para asegurar que las vacunas lleguen a todos los rincones del planeta y para proteger a las poblaciones más vulnerables, especialmente en países con recursos limitados.
